
Año 1917, población de Cottingley (Bradford, condado inglés
de Yorkshire). Frances Griffiths, de 10 años, y Elsie Wright, de 16, toman unas
fotografías en el jardín de su casa. Esto no sería nada extraordinario si no fuera porque aparecen posando… con un grupo de hadas.
Dicen que las encontraron casualmente y decidieron retratarlas con su cámara Midg.
La familia no les concede demasiada importancia, ni siquiera cuando, pasados
unos meses, las niñas les enseñan nuevas instantáneas.
Este suceso comienza a extenderse poco a poco, llegando a
oídos de Arthur Conan Doyle, que hace poco ha publicado su segunda novela
sobre un detective llamado Sherlock Holmes. Conan Doyle, ayudado por Edward
Gardner, uno de los miembros de la sociedad teosófica de Londres, realiza una minuciosa
investigación de los hechos. Analizadas las fotografías por expertos en
revelado y trucaje, y en la propia firma Kodak, no se consigue demostrar que los
negativos hayan sido manipulados.